martes, 4 de junio de 2013

Opinión

Una mirada sobre el discurso de la presidenta del 25 de mayo
Organización y poder popular
 
Patricio Echegaray

En el acto del 25 de mayo pasado, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner enuncio en su discurso algunas definiciones que entendemos deben ser tenidas muy en cuenta por los diversos sectores que apoyamos esta gestión.
En primer lugar, resulta importante destacar que la presidenta manifestó que el proceso que está en curso desde el año 2003, no es “un modelo económico, que quede claro que este es un proyecto político con objetivos económicos, sociales y culturales”.
Esta definición nos parece de una gran importancia, ya que habilita un debate positivo acerca de cuáles son los lineamientos programáticos necesarios para avanzar en un proyecto de país liberado de las trabas del neoliberalismo, con cambios estructurales, que nosotros entendemos deben ser de corte poscapitalista, que permitan transferir el poder de los grupos monopólicos y de los sectores elitistas y conservadores de manera efectiva a los sectores populares.
Esto se enlaza con otras de las definiciones centrales del mensaje presidencial al destacar que “Es necesario empoderar al pueblo, a la sociedad de estas reformas y de estas conquistas para que ya nunca nadie más pueda arrebatárselas”.
En la combinación de estos dos enfoques se encuentra, a nuestro entender, la dialéctica básica para salir de esta crisis a la que, 200 años de capitalismo, han llevado a la Argentina pese a sus inmensos recursos y capacidades, tal como quedó dolorosamente expuesto, por ejemplo, en las recurrentes inundaciones que arrasaron con poblaciones del principal núcleo demográfico del país y que se ponen de manifiesto también en las elevadas tasas de pobreza e indigencia que aún subsisten, las que encuentran su explicación en la pornográfica concentración de la riqueza en el polo del privilegio, quienes en su constante búsqueda de ampliar cada vez más su tasa de ganancia desatan procesos inflacionarios.
Por eso no le falta razón a la presidenta cuando plantea que “los precios no los ponen los trabajadores ni el gobierno. Yo digo que los precios los fijan los empresarios y los grandes monopolios”.
Sabemos que la ruptura de estos privilegios sólo podrá lograrse con el empoderamiento del pueblo, o sea con la construcción y afianzamiento del poder popular, lo que exige profundizar en la necesidad de construir una fuerza política de nuevo tipo, frentista, plural, respetuosa de las tradiciones políticas que la integran, amplia en su conformación y profunda en sus definiciones programáticas que permita llevar a cabo y sostener en el tiempo los cambios estructurales necesarios.
Si Hugo Chávez merece todos los reconocimientos por su aporte a la integración regional y por mejorar las condiciones de vida de los venezolanos, también merece reconocimiento por haber tenido la visión de crear una fuerza para defender e impulsar el proceso que puso en marcha.
Es un hecho incontrastable que las grandes formaciones políticas que han dirigido el sistema político a lo largo del siglo XX no han favorecido procesos de poder popular concreto, lo que no quiere decir que no hayan existido importantes momentos de distribución del ingreso, reconocimiento de derechos para los trabajadores y sectores populares y la conformación de un cierto estado de bienestar que no excluyeron enfoque paternalistas de corte partidario y estatal.
La presencia en el discurso de fuertes invocaciones al papel del pueblo organizado: “quiero decirles algo: si no se organizan, si no participan, si no cuidan ustedes mismos lo que es de ustedes, van a venir otra vez por todos ustedes como lo han hecho a lo largo de toda la historia” […] “tenemos los argentinos el deber de no depender de una persona; tenemos el deber, pero sobre todo la necesidad, de empoderarnos nosotros mismos de esas conquistas y de esos derechos y de organizarnos para defenderlas”, resulta entonces de una enorme importancia.
Estas definiciones tienen un fuerte significado para los comunistas y entendemos que debe tenerla para todos los sectores de izquierda y de cualquier otro color político que estamos apoyando este proceso, para asumir con mayor energía las tareas que hacen a la construcción de esta fuerza por el poder popular.
Hoy, a pocos días de cumplirse un nuevo aniversario del natalicio de Ernesto Che Guevara, debemos exigirnos penetrar en los factores que hasta ahora nos han impedido avanzar y enfrentar efectivamente ese gran obstáculo del que nos alertara el Che en su mensaje a los argentinos, nuestro talón de Aquiles ha sido y sigue siendo la falta de unidad entre los distintos sectores que buscan objetivos de revolución social. Para esto debemos asumir que ningún sector podrá lograrlo por sí mismo, sino que debemos unirnos en pos de este objetivo superior.
En este sentido, una reflexión especial merecen los sectores que, procediendo de tradiciones de izquierda, se han enredado en la política burguesa que plantea sólo la dicotomía: oficialismo – oposición. Siguiendo esta lógica, presos de un coyunturalismo electoralista, han terminado aliados a la derecha como quedó demostrado con su presencia en el Monumento a los españoles en momentos de debate por la 125, y hoy se manifiesta en el armado de alianzas parlamentarias y electorales inimaginables años atrás.
Convencidos que la tarea de los comunistas en nuestro país y en toda Nuestra América pasa por ser parte de los distintos procesos que tienden a la emancipación de nuestros pueblos brindando nuestro decidido apoyo, levantando nuestras propuestas y librando todos los debates necesarios para el cumplimiento de los objetivos de liberación, valoramos profundamente el mensaje de la presidenta y sus definiciones en el sentido de la necesidad de unidad y organización para la construcción del poder popular.
Como se sabe, el Partido Comunista es parte del Frente Nuevo Encuentro y tenemos la visión de que ese espacio será más importante, en la medida que consagre más cantidad y calidad de esfuerzos al desarrollo y consolidación de Unidos y Organizados.
Entendemos que es correcto, como en su momento lo hizo Néstor Kirchner y ahora Cristina Fernández, intentar hegemonizar el peronismo, en tanto poderoso instrumento electoral; pero no es posible ignorar  que las viejas y poderosas incrustaciones conservadoras del justicialismo se activan apenas se plantean las necesidades, como sucede en la actualidad, de avanzar con reformas no sólo antineoliberales sino también estructurales  para evitar que el gobierno sea pasto de las conspiraciones de la derecha.
Todo esto aconseja consolidar ampliar y desarrollar el espacio de Unidos y Organizados que puede y debería ser el germen de esa nueva fuerza, amplia, plural y a la vez profunda en su programa para luchar por la Argentina liberada no sólo de la dependencia del imperio sino de la opresión por parte de los sectores concentrados de la economía y el privilegio, en su mayor parte extranjeros.